miércoles, 3 de julio de 2013

Quebrantahuesos 22-06-2.013



Crónica de El Pulsaciones.

"Mi carrera".

Por fin llegó la Quebrantahuesos.

Después de varios meses de sacrificio intentando sacar tiempo de donde sea y a pesar de que este mes de junio ha sido malo climatológicamente hablando para entrenar, nos hemos plantado en “la gran cita” cargados de ilusiones. Unos debutaban en la prueba y otros queríamos mejorar un poco el tiempo del año pasado. ¿Nos habremos quedado cortos? ¿Y si no nos acompaña la meteorología? Es igual, habrá que intentar disfrutar del día y rezar para llegar sanos y salvos a meta.

Las semanas previas, todos nuestros pensamientos se dirigían a soñar con ese momento. Demasiadas ilusiones puestas en este objetivo. Esperemos que nada se tuerza y nos arruine el día tal y como sucedió en las 2 últimas cicloturistas previas a la QH que nos iban a servir como preparación.

El viernes por la mañana, al igual que hicimos el año pasado, Andres, Sergio, Javier, Jose Antonio y Jorge (un servidor) nos fuimos a Sabiñanigo a pasar el día. El ambiente previo es fantástico y la zona Expo habilitada este año (para mí un acierto), ayudaba a respirar ciclismo por todos lados. Por la tarde acudiría David y Abel con sus respectivas familias.

¡Que fácil parece visto asi!

Con Fernando Escartin

Nuevo lugar de salida de la QH

Con Chema Arguedas
Antes de recoger dorsales, hicimos en bici el nuevo recorrido de incorporación a la línea de salida para calcular el tiempo que nos costaría al día siguiente desde nuestro alojamiento. Queríamos tener todo controlado para no tener que ir estresados antes de empezar.

La semana de antes,  mi primo, miembro del Club Ciclista Enbizzi,  me dijo que este año iba a ayudar a unos compañeros suyos para que intentaran hacer 7,30 h. Una meta bastante ambiciosa para mí, pero decidí unirme a ellos para ver si podía conseguirlo. Que mejor tren que este para hacer el viaje bien arropado ahorrando esfuerzos. Desafortunadamente, el sábado no coincidí con ellos en la zona donde habíamos quedado y tuve que acometer mi objetivo solo. 

El resto de nuestro grupo quería hacerla un poco más tranquila y ver por el camino si podían apretar más o menos.

Llegamos a la línea de salida sobre las 7,05 horas. Bastante más tarde que otros años. Eso y acompañado del nuevo “circuito” montado para salir por debajo del arco de salida, hacen que desde que suena el cohete, hasta que salimos, trascurran 20 minutos. Cuando nos incorporamos a la Avda. del Ejercito, una vez hecho el bucle de salida para dirigirnos hacia las afueras de Sabiñanigo y coger la autovía hacia Jaca, ya no vemos ningún pelotón de más de 20 unidades. Está todo estiradísimo y el Ave con destino Villanua, se nos ha escapado.

Preparados para salir
Me pongo a 165 pulsaciones tirando como un loco y voy adelantando gente. Ninguno lleva el ritmo deseado así que sigo pasando ciclistas hasta que entro en un pequeño grupo para tomar aire y relajarme un poco. Como siga así, en Villanua exploto y me tienen que recoger en pedazos.

En ese momento de “relax” mis compañeros me alcanzan y nos reagrupamos hasta pasado Jaca donde empiezo otra vez a incrementar el ritmo para ver si consigo llegar arriba de Somport sobre la referencia de tiempo que llevaba. En este punto, nuestro querido comandante Napolitano, que estos últimos meses ha estado desplazado por motivos laborales y no ha podido entrenar, tenía decidido darse media vuelta para Sabi. El resto del grupo que le iba acompañando, seguiría para delante.

Cuando llego a la altura del desvío hacia Candanchu, está cerrado. La carretera que lleva desde allí hasta el paso de la frontera, está cortada por desprendimientos debido a las lluvias caídas últimamente. Nos suben dirección Astun y se me hace más duro debido al desconocimiento de este tramo nuevo.
Corono Somport en el tiempo previsto así que tras ponerme el chaleco para protegerme del frío me lanzo para abajo. Este año esta soleado y la temperatura es muy buena así que la bajada se disfruta bastante porque las trazadas se pueden hacer sin miedo al estar todo seco.

Se alcanzan velocidades altas en este trozo y se van formando grupillos para ir más rápido. Intento comer mi primera barrita en dirección a Bedous, pero no puedo digerirla muy bien porque no hay tregua en el grupo. No quiero quedarme cortado en este trozo porque si no perdería bastante tiempo al tenerlo que hacer yo solo.

Cuando llegamos al desvío de Escot, noto que voy bastante castigado. El año pasado llegue mucho más “fresco” a este punto. Efectivamente, el Marie Blanque se me hace interminable. Qué decir de este puerto. En esos 4 kilómetros finales, sobre todo el penúltimo con porcentaje medio del 13%, parece que el tiempo se detiene. Si no fuera por el sonido del gaitero que anuncia que la cima está próxima, creo que me hubiese bajado de la bici. Vaya calor que he pasado este año.
Es verdad lo que dicen del microclima de este sitio. ¡Que humedad! ¡Que manera de sudar!

Terminando de subir el Marie Blanque
Llego arriba y no me detengo ni a ponerme el chaleco. Tiro para abajo y tampoco me paro en el avituallamiento. Me tomo un gel sobre la marcha y cojo otro que me da una voluntaria.

La bajada hasta Bielle se hace muy bien. Se forma un buen grupo para llegar hasta Laruns y aquí parece que me recupero un poco. Me como mi segunda y última barrita del día. Empiezo a subir a un ritmo bastante bueno y a diferencia del Marie Blanque donde iba totalmente atrancado, voy pasando a cantidad de gente. Parece que la cosa funciona. Sigo a mi ritmo sin tener que ponerme detrás de nadie para que me suban. Voy restando kilómetros mejor de lo esperado y aunque ya no tengo claro si lograré mi objetivo, parece que subiré el Portalet en menos tiempo del año pasado. Llego a la famosa rampa de la presa de Artouste y también noto que la subo bien, pero cuando estoy casi arriba del todo, ¡¡¡Socorro!!! noto los temidos amagos de calambres en el cuádriceps izquierdo. ¡¡¡No puede ser!!! ¡¡¡Tan pronto no!!!

Mis pensamientos se vuelven muy negativos en ese momento. ¿Tendré que abandonar?
Decido no bajarme y seguir muy despacio para ver si me recupero. Muy cerca está el avituallamiento y el terreno que queda hasta allí es muy favorable. Cuando llego, me paro por primera vez para descansar y hacer mis necesidades.  Me acerco al camión del agua para rellenar los bidones y me hecho uno de ellos sobre las piernas para refrescar los músculos. Me como tres trozos de naranja y decido continuar poco a poco para ver como me encuentro.

Sufriendo en el Portalet
Cuando reanudo la marcha, me cuesta bastante coger ritmo, pero antes de las famosas viseras ya he vuelto a calentar. De momento no quiero forzar nada para no tener que pararme otra vez y evito ponerme de pie encima de la bici para que no me den calambres. Consigo llegar arriba, tras no poco sufrimiento e incertidumbre
en un tiempo de 1 hora y 48 minutos. No es ninguna marca espectacular pero bastante mejor de lo previsto según iban las cosas.

El descenso es “a saco”. Sin tráfico y con el aire un poco a favor, consigo coger los 82 km/h sin ir a rueda de nadie  Paso por el avituallamiento de Formigal sin detenerme pero cuando se sube el repecho que te llevará posteriormente hacia Escarrilla, ¡¡¡ahhhhhhh!!! otra vez los calambres pero esta vez en ambas piernas.
¡¡¡Nooooooooooooo!!! Todavía faltan muchos kilómetros. Me entran ganas de llorar. ¿Por qué me pasa siempre aquí y en ninguna otra cicloturista? ¿Será el ritmo que he llevado demasiado alto para mí todo el día? ¿No habré bebido suficiente? ¿Será el estrés y los nervios de la noche previa en que casi no duermo?
Las preguntas se suceden pero ahora ya no importa. No puedo darle solución. Voy a centrarme en intentar llegar como sea y acabar. Me esperan en línea de meta y aunque no me juego nada, no quiero decepcionar a los míos después de lo que me han aguantado y tolerado todos estos meses.

Me dejo caer, hasta el túnel de Escarrilla y parece que poco a poco consigo reponerme. Casi no doy una pedalada. Solamente con la velocidad que se coge cuesta abajo, llego al desvío hacia El Pueyo de Jaca. Me acuerdo que aquí también hay una rampa antes de llegar al pueblo y procuro subirla lo más despacio posible para evitar que vuelvan a darme calambres pensando en la última “tachuela” del día. Hoz de Jaca.

Durante la subida, nos encontramos con gente animando entre los que se encontraban unos chavales disfrazados de médicos, con un martillo gigante y con un cartel que indicaba que se trataba del hombre del mazo. Acompañaban a los ciclistas amenazando con darles en la cabeza ¡Que bueno! Sin mover un solo músculo de la cara, porque no podía, me partía de risa internamente pensando que ¡ojalá no me diera a mí!. ¡Lo que me faltaba!, con calambres y pajarón.

Llego al mirador de Hoz tras entrar en el famoso asfalto de cemento. La última cuesta hasta el pueblo se me hace eterna pero se agradece la cantidad de público que estaba agolpada en los laterales animando. En proporción, más que en el Portalet. ¡Que pena! Lo de cerrar el trafico está muy bien por nuestra seguridad pero se echa en falta esos kilómetros finales en los que el público te llevaba literalmente en volandas poniéndote la carne de gallina. A pesar de todo, “chapeau” a la gente que estaba allí dando ánimos y colorido. Mil gracias. No sé si habrá algún tipo de solución intermedia para arreglar esto para el año que viene.

Paro un minuto en el avituallamiento y me bebo 3 vasos de agua de trago. Le pido una botella a un voluntario y me la echo otra vez por las piernas. Ya no me importa si me mojo los pies o no. Ahora ya solo pienso en acabar y creo que lo voy a conseguir.

Descenso con mucho cuidado por las curvas tan cerradas que hay y salida a la carretera nacional no sin antes hacer el último esfuerzo para salvar la rampa de la presa de Bubal. ¡¡¡Como se agarra la j......da cuesta!!!

Antes de llegar a Biescas, aprieto un poco en la bajada para alcanzar a un pequeño grupo que tenía delante. Si los cojo, sé que son mi salvación. Logro contactar con ellos y mi idea es intentar colaborar con los de arriba pero veo que voy tan justo que si paso a dar algún relevo, me quedaré cortado en tierra de nadie. A pesar de ir metido en el grupo a rueda,  el aire que pega de cara es bastante fuerte y aquí puedo perder todo lo que había conseguido antes. Entre 3 o 4 se encargan de bajarnos a muy buena velocidad. GRACIAS TIOS. El desgaste ha tenido que ser tremendo.

Pasamos por la antigua llegada de la QH en el polígono y siento un poco de nostalgia. Según mis cálculos nos quedan 10 minutos para acabar, pero cuando nos acercamos a la rotonda de la circunvalación, la organización nos mete directamente por allí en lugar de hacer toda la variante. ¡¡¡Fantástico!!! Nos ahorramos la mitad del recorrido.

Encaramos la línea de meta y justo antes de cruzarla oigo un grito, ¡¡¡Papaaaaaaaaaaaaaaa!!!

Entre el cansancio y la emoción no soy capaz de girar la cabeza. Me paro donde puedo y por tercer año consecutivo, rompo a llorar como un autentico “moñas”. Lo que se siente aquí cuando cruzas la línea de llegada, no se siente en ningún otro sitio.

Miro el cronómetro de la llegada y veo que he cruzado en 7:42 pero me doy cuenta que tengo que descontar el tiempo que nos costó salir, así que creo que he logrado mi objetivo pero hasta que no me acerque a recoger el diploma, no sabré el tiempo exacto. No he querido mirar el pulsómetro y lo he apagado directamente.

Me encuentro con Abel cuando me dirigía a dejar la flaca al aparcabicis y cambiamos impresiones. Él ha hecho un tiempo buenísimo, así que está muy contento.
Me dirijo a la zona de rehidratación de la Ambar y allí estaba esperándonos el Comandante Napolitano hecho un “pincel” duchadito y cambiado de ropa ya. Nos lleva un poco de ventaja así que habrá que esforzarse otro poco más con la cerveza, jajajajajaja.

El grupo en la zona de hidratación
Mientras estamos allí, aparece el resto del grupo que ha entrado en tiempo de Oro.  David, que debutaba hoy en la QH, ha estado sensacional. Lástima que por estar en una categoría de menor edad, tenía que hacer 15 minutos menos para llevarse el preciado metal. No pasa nada. Ya conoce la prueba y el año que viene seguro que lo consigue. Además se lo ha pasado fenomenal y eso es lo que realmente importa. Disfrutar de la bici en un entorno precioso.

Después de contarnos nuestras batallitas del dia de hoy y de hacernos fotos con gente conocida, nos vamos al stand para recoger los diplomas y cuando me lo dan, no me lo puedo creer, 7 horas 21 minutos. Mucho mejor de lo esperado. La sensación de satisfacción por lo conseguido es alucinante. Desde luego, para mí era una meta difícilmente alcanzable.

El Super y yo nos quedamos a dormir en Sabiñanigo y nos vamos a cenar con nuestras respectivas familias, que habían venido por la mañana, a celebrarlo.

Levantando el trofeo conquistado


Y con esto, finaliza otro fantástico día de cicloturismo.

El año que viene , como dice Arnold Schwarzenegger en la película Terminator, ¡Volveré!



Crónica de El Comandante Napolitano.


“Crónica de una muerte anunciada”


La Comandancia Napolitana va a alegar en su defensa:

Después de haber sufrido una penosa enfermedad y de haber explorado y conquistado tierras brasileñas durante un par de meses, hasta sumar 3 meses sin dar 2 pedaladas en condiciones, me presento en Sabiñánigo la víspera de la QH (primera temeridad Almogávar). Tal ha sido el desastre de entrenamiento, que hasta la climatología se ha aliado en mi contra para no dejarme ni entrenar un poco en la Jacetania……
El viernes por la mañana, a las 12 a.m., estamos en Sabiñánigo, y doy por sentado que no voy a pasar de Somport. Pero conforme pasa el día, y las cervezas del aperitivo y la comida, mi espíritu se va envalentonando, hasta el punto de pensar que puedo salir y hacer la ruta completa (segunda temeridad Almogávar).

La Comandancia planificando la etapa......
Tal es la absurda confianza en mis fuerzas, que hasta me compro unas barritas por la tarde (porque ni había llevado, pensando en hacer sólo hasta el Somport). Y así transcurre la tarde, entre fotos, calor e hidratación (máaaaaas cervezas).
El día 22 por la mañana mi cabeza me sigue engañando: me preparo como si fuera a hacer 200 km. en bici: 2 botes llenos, barritas, geles, crema solar en piernas, cara y brazos, chubasquero,…..
Y con éste ánimo salimos del piso hacia la salida. La temperatura es muy buena, no sopla aire……y el verte con 8.000 más, anima a seguir pensando que vas a tener fuerzas y ganas de hacerla completa……(tercera temeridad Almogávar).

El Comandante Napolitano en perfecto estado de revista
"Veteranos y noveles"

Así que suena el cohete, y al cabo de unos minutos empezamos a movernos.
La tropa Almogávar a mi alrededor empieza a soltar adrenalina, y a coger velocidad. Cuando salimos de Sabiñánigo consigo juntarme con ellos, resoplando como un búfalo. Pero al entrar en la autovía se nota un poco el aire (y un repecho) y me quedo descolgado…….…..Como ya tengo oficio en estas cosas, aguanto el ritmo y espero a que pase un tren a la suficiente velocidad para que me lleve hasta el pelotón Almogávar. Por fin me pasa uno, me engancho a una rueda, y con las pulsaciones al límite…………..adelantamos al pelotón Almogávar, en mi último momento de gloria…………..…
Y así, con oficio (como una caparra, que diría otro), y gastando lo poco que llevo, consigo llegar hasta Jaca con la tropa Almogávar.
Pero con las primeras rampas, aún suaves, veo que las piernas no van a dar mucho de sí. A los pocos segundos, los Almogávares desaparecen en el horizonte……….. así que decido ponerme a unas pulsaciones que me permitan subir el Somport, y “p`arriba”.
A lo largo del puerto me adelantan unos 2.000 ó 3.000, lo que me da también mucha “moral”, y me va poniendo los pies en el suelo.
Cuando llego arriba, ya he decidido que éste año no voy a terminar la QH a base de riñones, cabeza y coj……….ya que piernas y pulmones no tengo.
Así que aplico la máxima del buen estratega Almogávar de  “una retirada a tiempo, es una victoria” y, con gran dolor de mi corazón, dejo pasar el resto del pelotón en el alto de Somport, y me tiro para Jaca.
Fin de la etapa.